Intercambio de cultura
Por más que digan los manipuladores de mercados, ninguna piratería, ningún cambio en la distribución musical, cinematográfica o literaria, ni siquiera el más radical, pondrá fin a la música, ni a la literatura, ni, en fin, al cine. Y todo ello por la sencilla razón de que todas esas artes constituyen formas de expresión y la necesidad humana de expresarse no tiene que ver con la comercialización artística ni necesita de ella. Primero fue el arte y después su mercachifleo, no lo olvidemos para no tragar la rueda de molino con que, sensu contrario, nos quieren hacer comulgar con el conocimiento en general. ¿Una prueba? Internet mismo y, en ella, una ingente cantidad de contenidos gratuitos y de calidad, bien elaborados, fruto de montones de millones de horas de excelente trabajo. Incontestable.
Los artistas quieren comunicar y para ello necesitan un receptor: alguien que escuche su música, lea sus libros, vea sus cuadros o sus películas. Escribir (componer, pintar, filmar) para el cajón es masturbación, un acto fallido. El arte no existe sin alguien que lo admire y disfrute. La comunicación es imposible si el círculo no se cierra.
Es por eso que Homero no escribía para vender sus versos, ni los autores grecorromanos estaban preocupados por los derechos de copia de sus obras. Los juglares medievales no componían para entrar en la lista de best sellers. Los músicos del barroco utilizaban sin prejuicios músicas ajenas para componer las propias sin imaginar siquiera que una melodía pudiese ser propiedad de alguien.
En esta nueva economía uno es tanto más rico cuanto más regala. Como en las antiguas tribus de la costa oeste de Canadá, el prestigio y el poder se ganan regalando. Uno es tanto más rico cuanto más esparce su obra por el mundo y más la libera. Por eso el futuro es de las licencias copyleft. Por eso la cultura del mañana es libre, y gratuita.
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Los artistas quieren comunicar y para ello necesitan un receptor: alguien que escuche su música, lea sus libros, vea sus cuadros o sus películas. Escribir (componer, pintar, filmar) para el cajón es masturbación, un acto fallido. El arte no existe sin alguien que lo admire y disfrute. La comunicación es imposible si el círculo no se cierra.
Es por eso que Homero no escribía para vender sus versos, ni los autores grecorromanos estaban preocupados por los derechos de copia de sus obras. Los juglares medievales no componían para entrar en la lista de best sellers. Los músicos del barroco utilizaban sin prejuicios músicas ajenas para componer las propias sin imaginar siquiera que una melodía pudiese ser propiedad de alguien.
En esta nueva economía uno es tanto más rico cuanto más regala. Como en las antiguas tribus de la costa oeste de Canadá, el prestigio y el poder se ganan regalando. Uno es tanto más rico cuanto más esparce su obra por el mundo y más la libera. Por eso el futuro es de las licencias copyleft. Por eso la cultura del mañana es libre, y gratuita.
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1 comentario
el_espectador -
El que tiene vocación de artista siempre hara arte y su priridad sera mostrarlo al mundo, esque encima los que mas se quejan son los que ganan millones y millones de euros, los grupos que venden 4 discos no se quejan.